martes, 2 de diciembre de 2014

ADOLESCENTES ENGAÑAD@S EN LA RED.

Hoy he tenido una llamada de teléfono de una madre angustiada porque su hija, con 12 años, llora contínuamente por cosas sin importancia e incluso hace unos días ha querido abandonar su teléfono móvil.
Está claro que algo le pasa a esta niña, y me atrevería a decir que está siendo acosada a través de alguna de las aplicaciones. Lo primero que le he dicho a la madre es que mire todo el contenido del teléfono. 
No sería la primera vez que esto ocurre, desgraciadamente es muy común, pero yo no me quedo sólo con acosos de compañeros/as de clase a través de las redes, sino que voy más allá, aplicaciones en las que se comparten fotografías y gente que no conocemos las siguen y las ven. 
Estos niños y niñas son engañados y manipulados e incluso acceden a posar de determinadas maneras y luego los chantajean con esas imágenes. No nos engañemos, es bastante común.
De estas situaciones podemos sacar varias conclusiones.
Una puede ser que los padres y madres debemos ser conscientes de que al darle a nuestro hijo de 12 años un teléfono móvil con internet y permitirles que tengan determinadas aplicaciones, es ponerles en sus manos una bomba de relojería, porque nuestros hijos a esas edades no son lo suficientemente responsables ni tienen la astucia que se necesita para poder gestionar con habilidad determinadas situaciones que se les pueden presentar.
Por otro lado, una vez que les hemos puesto en sus manos un artilugio tan sofisticado, DEBEMOS revisar sus contenidos con frecuencia. Algunos padres no están de acuerdo con estas medidas porque para ellos prima la privacidad del niño, pero creo que esta forma de afrontar el hecho de que nuestros hijos tengan estos juguetes está por encima de ésta, ya que no es tanto ver lo que el niño pueda estar haciendo, sino lo que desconocidos puedan hacerles a ellos.
Por último, intentar hablar con nuestros hijos sobre las posibles formas de acoso que pueden ocurrir y que nos alerten con confianza sobre cualquier cosa que les parezca rara. 
Si nos ponemos bajo el prisma de una niña de 12 años, que ha subido determinados tipos de fotos, que ha cogido confianza con alguien que no conoce y ha empezado a ver "las orejas al lobo", es muy normal llegar a entender que esté muy sobrepasada por la situación y que abandonar el móvil sea la opción que le resulta más fácil, pero no por eso deja de sentirse muy mal  y a partir de ahí puede desarrollar determinadas patologías.

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