martes, 31 de mayo de 2016

LA ANSIEDAD EN LOS NIÑOS

Últimamente hablo mucho de la ansiedad.
Supongo que será porque está muy presente en nuestras vidas, tanto en adultos como en los niños y creo que cada día más.
Partimos de la base de que la ansiedad por sí misma no es mala. Es un mecanismo de defensa que tenemos los humanos para responder en milisegundos ante un peligro. El problema está en que hay veces que esta adrenalina, sustento físico de la ansiedad, se dispara sin necesidad de un estímulo amenazante. Cuando esto ocurre, empezamos a tener síntomas como mareos, palpitaciones, dolor en el pecho, trastornos digestivos...y empezamos a asociarlo con alguna situación concreta, por lo que se produce un aprendizaje y cada vez que estemos en esa situación puede aparecer esos síntomas que intentaremos  evitar por encima de todo.
Cuando tenemos la ansiedad alta, sobre todo en los niños, parece que tenemos un motor dentro de nosotros, se muerden las uñas (onicofagia), puede aparecer fobias escolares, miedos, llantos, puede aumentar o disminuir el apetito, trastornos del sueño...
Normalmente en los niños suele ir asociado con algún acontecimiento estresante en sus vidas, muerte de un ser querido, divorcio de los padres, problemas de relación en el colegio, problemas con las calificaciones...
Debemos estar pendientes de los cambios de conducta de nuestros hijos, normalmente siempre reaccionan aunque no lo verbalicen y darnos cuenta de esos cambios les puede ayudar a que afronten mejor tanto en tiempo como en modo.
Es sólo una cuestión de observación, de estar pendientes y de mirarlos a la cara con atención. Es fundamental y parte de nuestra labor de padres darnos cuenta de los cambios para poder cuidarlos de una manera integral.

lunes, 23 de mayo de 2016

ERES MALO!!!

¿Cómo os sentiríais si alguien importante para vosotros os dijera que sois malos?, supongo que no os gustaría, no?, pensaríais que no tiene razón, os dolería, ¿verdad?. 
Esta mañana iba yo por la calle y me cruzo con una abuela que tiraba de un carrito con una niña de un año aproximadamente y con un niño cogido a la sillita de unos tres añitos. El niño iba compungido mirando hacia el suelo mientras el carro tiraba de él y él de su mochila, a la vez que la abuela le iba diciendo "eso no se hace, eres malo y los niños malos no se merecen..." ( hasta ahí pude escuchar y menos mal, porque de la pena que me estaba dando era capaz de adoptarlo!!).
Y es que a los niños, hagan lo que hagan no se les debe decir que son malos. Vamos a ver, es que no son malos!!, son niños, unos más movidos que otros, unos más traviesos que otros, unos más impulsivos que otros, pero NO SON MALOS, la maldad es otra cosa.
Me entraron ganas de parar a esa abuela y explicarle que entendía que quería a esos niños muchísimo y que lo que estaba haciendo no era otra cosa que educar y rectificar algún comportamiento inadecuado, pero que se estaba equivocando en cómo hacerlo. Lo que ese niño hubiera hecho y lo que la abuela recriminaba era eso, un comportamiento, por lo tanto es lo que debemos juzgar, NO AL NIÑO. 
No se juzgan a las personas, sino a sus comportamientos!!
Así, si un niño tira un jarrón chino o ha pintado las paredes con sus colores favoritos, los niños SE HAN PORTADO MAL ( y yo siempre digo, no mal, sino REGULAR!!), es el comportamiento el equivocado, no la esencia, el ser, del niño, porque si atacamos a su ser, estaremos tocando su autoestima y eso es hablar de palabras mayores. 
Es más podemos decirle, FULANITO, CON LO BUENO QUE ERES, no sé como has podido comportarte así, no sé cómo has podido pintar las paredes, ESE COMPORTAMIENTO no me gusta, espero que no se vuelva a repetir!!. 
Y fulanito, cuando se encuentre de nuevo con el lienzo de pared de su casa, recordará que ES BUENO y que ese comportamiento es contrario a él y no pintará (vale!, a lo mejor hay que repetirselo un par de veces más, pero lo consequiréis y su autoestima estará intacta, que es lo que se pretende cuando educamos.
Os animo a llevarlo a la práctica.

lunes, 16 de mayo de 2016

NO TE SIENTAS CULPABLE.

Casi todos los días veo madres que piden consulta por alguna dificultad con sus hijos.
A lo largo de reunión que mantengo con ellas, es raro la madre que no se declara que siente culpa en algún momento por la crianza de sus hijos. 
Unas veces por falta de tiempo, otras veces por falta de control de sus emociones, otras veces por inseguridad en la manera de llevar a sus pequeños, las madres no disfrutan de ver cómo sus hijos van creciendo, al contrario, viven angustiadas y es este el sentimiento que predomina en primer lugar en sus vidas.
Yo siempre les recomiendo lo mismo, No nos interesa sentirnos culpables. La crianza es un proceso del día a día y debemos hacerlo de la mejor manera posible, Nunca jamás lo vamos a hacer perfecto, nos equivocaremos a veces, somos humanas y esto va intrínseco a nuestro rol de madres, por lo tanto, no vamos a perder el tiempo y la energía en querer llegar a una meta irreal. 
Cada una tenemos nuestra vida, con la que tenemos que vivir, cada una tenemos un bagaje emocional metido en una mochila y siempre lo llevamos a la espalda y a partir de ahí tendremos que enfrentar la crianza de nuestros pequeños, con sus buenos ratos y sus dificultades. 
Estos errores que podemos cometer, deben ser compensados con las muestras y verbalizaciones de cariño a nuestros chicos, pero nunca debemos pretender no equivocarnos ni "flagelarnos" porque nos hemos equivocado.
Lo peor que podemos sentir en nuestro papel de madres es sentirnos culpables, porque con ese sentimiento lo único que conseguiremos es sentirnos inseguras en la forma de llevarlos y esa inseguridad los niños la perciben (que es darse cuenta, pero de manera inconsciente), y a través de ese resquicio, nuestros pequeños empiezan a manipularnos a nosotros y ahí sí podemos perder la partida.
Así que nada de culpa, disfruta de tus momentos, informate de herramientas de afrontamiento de dificultades de crianza y relajate, te aseguro que cuando te des cuenta, tu hijo habrá crecido y te sentirás satisfecha de tu trabajo y de tu hijo, porque la educación es un proceso en el que ves el resultado a largo plazo. 

lunes, 9 de mayo de 2016

AFRONTAR LOS MIEDOS.

Una característica básica de los menores es que pasan por fases de miedos.
A medida que el niño va creciendo, van evolucionando sus miedos, así en torno a los 8 meses le tendrá miedo a los extraños, a los 2 años a ser abandonado, a los 4 a la oscuridad...a los animales, por poner ejemplos de miedos de nuestros pequeños.
El problema de que nuestros hijos tengan miedo no es el miedo en sí, sino que en nuestro deseo de protegerlos no los ayudamos a afrontarlos, sino que los aceptamos y ponemos "una tirita" que no cura, sino que por lo contrario, cronifica y van acumulando miedos evolutivos que no se superan y al final tenemos adolescentes e incluso adultos muy limitados por las creencias irracionales con las que han vivido desde siempre.
Cuando un niño tiene miedo a la oscuridad, por ejemplo, la obligación de los padres es acompañarlo y ayudarlo a afrontarlo, ¿cómo?, pues podemos jugar al escondite o a buscar un tesoro con las persianas bajadas...
Si el monstruo está debajo de la cama o dentro del ropero, tendremos que meternos debajo de la cama y dentro del ropero con ellos, a la vez que nos reimos del "monstruo", ATENCIÓN, "del monstruo", nunca del niño!, lo imaginaremos en situaciones ridículas y haremos que lo que tiene una connotación negativa, se transforme en algo divertido.
Sea cual sea el miedo, el procedimiento adecuado es ACOMPAÑAR (palabra mágica en la crianza), ayudar a superarlos pero nunca PROTEGERLOS, porque si protejo, si no abrimos el ropero o miramos debajo de la cama, o no vamos al cuarto de baño solos (nosotros podemos ir con ellos pero nos vamos quedando cada vez más alejados), les estamos diciendo sin palabras que en realidad sí que es verdad que puede haber un monstruo que nos puede asaltar en cualquier momento y necesitan unos guardianes que los ayuden.
Recordad que los niños viven tanto en el mundo de la realidad como en el mundo de la fantasía y nuestra obligación es bajarlos a esta realidad de una manera progresiva y con cariño para que lleguen a ser unos adultos psicológicamente fuertes y sanos.

martes, 3 de mayo de 2016

PREADOLESCENCIA. CONFLICTOS Y SOLUCIONES.

Aunque es cierto que la preadolescencia y la adolescencia pueden ser momentos evolutivos difíciles, también es verdad que es una etapa en la que, bien gestionados los conflictos podemos disfrutar mucho de nuestros hijos.
Son momentos en los que ellos necesitan alejarse de nosotros, ser algo más independientes y debemos permitirlo.
La imagen mental que me viene a la cabeza es un barco que está a la deriva en una tormenta y un faro que alumbra el camino.
Por supuesto, que el barco hay que prepararlo antes de que salga del puerto, es fundamental para que pueda lograr salir con éxito de su expedición y mientras dura la tormenta, tenemos que mostrarnos en la orilla, fuertes para soportar las embestidas del mar y siempre mostrando la luz que les guíe, eso sí, el faro nunca va dentro del barco… Así, un preadolescente y un adolescente son el resultado de tres factores:
Su personalidad.
La educación recibida.
Las experiencias vividas.
Los conflictos que nos podemos encontrar son de tres tipos (Dejando aparte las tecnologías, que es motivo de otra conferencia):
-Conflictos con los padres.
-Conflictos con la responsabilidad.
-Conflictos con la gestión del tiempo libre.
Las soluciones las podemos concretar según dos aspectos:
-Soluciones Concretas
-Soluciones Generales.
Las Soluciones concretas en base al conflicto con los padres pasan por varias medidas, siempre encaminadas a enseñar el respeto al otro, dándonos cuenta que el respeto es algo bidireccional y que los niños son un reflejo de nosotros mismos, por lo que si les faltamos al respeto, no nos puede extrañar que ellos nos lo falten a nosotros. De esta manera, debemos ser congruentes entre lo que se dice y lo que se hace.
Por otra parte, hay que tener muy claro, que no somos amigos de nuestros hijos. Somos sus padres y de esta manera nos tenemos que relacionar con ellos, amigos tienen muchos, pero padre y madre sólo uno, así que nos tenemos que olvidar del colegueo y de llamarlos “tio”, “colega”…y demás sucedáneos, porque en ese revuelto de roles nos estaremos alejando del vínculo más importante y lo que es peor…ellos también.
Muchas personas confunden tratar así a sus hijos con el querer darles confianza, pero es un camino equivocado.
La confianza con un hijo preadolescente y adolescente parte de dedicarles tiempo, eso sí, en esos momentos 3 son multitud, dar un paseo, hacer deporte juntos, ir al cine, salir a almorzar…cualquier excusa es buena para estar junto a ellos propiciando la conversación (que no el tercer grado!).
Esos momentos de intimidad deben convertirse en un “toma y daca”, es decir, yo te voy a contar cosas mías, mis preocupaciones (en la medida de la edad que tengan nuestros hijos) y mis anhelos, a la vez que dejo la puerta abierta para que tú también me las cuentes. Sin juzgar, haciendo reflexionar, sin dirigir.
En base a ese respeto y rol claro, no podemos confundirnos pensando que estamos al servicio de nuestros hijos, un ejemplo claro de esto que digo puede ser la situación de niños saliendo de los colegios dándole las mochilas a las personas que los recogen….

Para resolver conflictos de responsabilidad, debemos cuidar cómo le hablamos a nuestros hijos. No debemos juzgar nunca a las personas, sólo lo haremos a sus acciones e intentaremos reforzar cualquier conducta positiva por mínima que sea para que la atención se centre en este tipo de conductas y así ir modificando su comportamiento.
El uso de las tareas domésticas son fundamentales para crear personas responsables.
El conflicto con el tiempo libre se puede minimizar apoyando las aficiones. Es importante no tener en nuestras cabezas la inactividad como sinónimo del tiempo libre. Descansar es cambiar de actividad, a una más placentera y que nos llene, pero volvemos a recordar que los adolescentes son un reflejo de sus mayores y aprenderán de ellos el manejo de esos momentos, independientemente de que a esas edades viven “cansados”.
Como soluciones más generales nos encontramos con el esfuerzo de los padres, es un trabajo de 24 horas, 365 días a la semana, no es excusa que estemos cansados, ni que sólo coincidamos con ellos un rato al día para educar en ese momento.
De la misma manera, el padre y la madre deben ir en la misma dirección en la educación de los hijos también a estas edades. Me da igual que estén juntos o separados, el vínculo de padres de una criatura nunca va a dejar de existir y por el bien de los hijos, así debe ser. En una empresa en la que si cada jefe da una directriz diferente, con toda probabilidad, quebrará.
Además, es bueno que desde la infancia, a los niños se les dé pocos caprichos, porque a estas edades será muy complicado complacerle en todo lo que nos pida y si no tienen una buena base de gestión de frustración, hay una alta probabilidad de que traten de sentirse mejor a través de sustancias no muy recomendables.
Y por último, pero no menos importante, la corrección a estas edades debe estar basada por un lado en retirada de privilegios, lo más cercano posible a la actitud inadecuada y durante poco tiempo y por otro lado, vamos a olvidarnos de las “broncas”, no merecen la pena y no nos llevan a ninguna parte, es mejor explicarles de forma concreta qué han hecho mal, por qué está mal y exponerles las consecuencias y el tiempo que la van a tener.
Pero a la misma vez y sobre todas las cosas, señalarle las cosas que hacen bien, lo orgullosos que nos sentimos, verbalizar lo que los queremos, tirar siempre de lo positivo para que sea esto lo que se produzca con más probabilidad.
Recordad siempre que más les alimenta a los preadolescentes y adolescentes sentirse aceptado, apreciado, querido y estimado a través de verbalizaciones y contacto físico que todo lo material que les podáis proporcionar.