martes, 3 de mayo de 2016

PREADOLESCENCIA. CONFLICTOS Y SOLUCIONES.

Aunque es cierto que la preadolescencia y la adolescencia pueden ser momentos evolutivos difíciles, también es verdad que es una etapa en la que, bien gestionados los conflictos podemos disfrutar mucho de nuestros hijos.
Son momentos en los que ellos necesitan alejarse de nosotros, ser algo más independientes y debemos permitirlo.
La imagen mental que me viene a la cabeza es un barco que está a la deriva en una tormenta y un faro que alumbra el camino.
Por supuesto, que el barco hay que prepararlo antes de que salga del puerto, es fundamental para que pueda lograr salir con éxito de su expedición y mientras dura la tormenta, tenemos que mostrarnos en la orilla, fuertes para soportar las embestidas del mar y siempre mostrando la luz que les guíe, eso sí, el faro nunca va dentro del barco… Así, un preadolescente y un adolescente son el resultado de tres factores:
Su personalidad.
La educación recibida.
Las experiencias vividas.
Los conflictos que nos podemos encontrar son de tres tipos (Dejando aparte las tecnologías, que es motivo de otra conferencia):
-Conflictos con los padres.
-Conflictos con la responsabilidad.
-Conflictos con la gestión del tiempo libre.
Las soluciones las podemos concretar según dos aspectos:
-Soluciones Concretas
-Soluciones Generales.
Las Soluciones concretas en base al conflicto con los padres pasan por varias medidas, siempre encaminadas a enseñar el respeto al otro, dándonos cuenta que el respeto es algo bidireccional y que los niños son un reflejo de nosotros mismos, por lo que si les faltamos al respeto, no nos puede extrañar que ellos nos lo falten a nosotros. De esta manera, debemos ser congruentes entre lo que se dice y lo que se hace.
Por otra parte, hay que tener muy claro, que no somos amigos de nuestros hijos. Somos sus padres y de esta manera nos tenemos que relacionar con ellos, amigos tienen muchos, pero padre y madre sólo uno, así que nos tenemos que olvidar del colegueo y de llamarlos “tio”, “colega”…y demás sucedáneos, porque en ese revuelto de roles nos estaremos alejando del vínculo más importante y lo que es peor…ellos también.
Muchas personas confunden tratar así a sus hijos con el querer darles confianza, pero es un camino equivocado.
La confianza con un hijo preadolescente y adolescente parte de dedicarles tiempo, eso sí, en esos momentos 3 son multitud, dar un paseo, hacer deporte juntos, ir al cine, salir a almorzar…cualquier excusa es buena para estar junto a ellos propiciando la conversación (que no el tercer grado!).
Esos momentos de intimidad deben convertirse en un “toma y daca”, es decir, yo te voy a contar cosas mías, mis preocupaciones (en la medida de la edad que tengan nuestros hijos) y mis anhelos, a la vez que dejo la puerta abierta para que tú también me las cuentes. Sin juzgar, haciendo reflexionar, sin dirigir.
En base a ese respeto y rol claro, no podemos confundirnos pensando que estamos al servicio de nuestros hijos, un ejemplo claro de esto que digo puede ser la situación de niños saliendo de los colegios dándole las mochilas a las personas que los recogen….

Para resolver conflictos de responsabilidad, debemos cuidar cómo le hablamos a nuestros hijos. No debemos juzgar nunca a las personas, sólo lo haremos a sus acciones e intentaremos reforzar cualquier conducta positiva por mínima que sea para que la atención se centre en este tipo de conductas y así ir modificando su comportamiento.
El uso de las tareas domésticas son fundamentales para crear personas responsables.
El conflicto con el tiempo libre se puede minimizar apoyando las aficiones. Es importante no tener en nuestras cabezas la inactividad como sinónimo del tiempo libre. Descansar es cambiar de actividad, a una más placentera y que nos llene, pero volvemos a recordar que los adolescentes son un reflejo de sus mayores y aprenderán de ellos el manejo de esos momentos, independientemente de que a esas edades viven “cansados”.
Como soluciones más generales nos encontramos con el esfuerzo de los padres, es un trabajo de 24 horas, 365 días a la semana, no es excusa que estemos cansados, ni que sólo coincidamos con ellos un rato al día para educar en ese momento.
De la misma manera, el padre y la madre deben ir en la misma dirección en la educación de los hijos también a estas edades. Me da igual que estén juntos o separados, el vínculo de padres de una criatura nunca va a dejar de existir y por el bien de los hijos, así debe ser. En una empresa en la que si cada jefe da una directriz diferente, con toda probabilidad, quebrará.
Además, es bueno que desde la infancia, a los niños se les dé pocos caprichos, porque a estas edades será muy complicado complacerle en todo lo que nos pida y si no tienen una buena base de gestión de frustración, hay una alta probabilidad de que traten de sentirse mejor a través de sustancias no muy recomendables.
Y por último, pero no menos importante, la corrección a estas edades debe estar basada por un lado en retirada de privilegios, lo más cercano posible a la actitud inadecuada y durante poco tiempo y por otro lado, vamos a olvidarnos de las “broncas”, no merecen la pena y no nos llevan a ninguna parte, es mejor explicarles de forma concreta qué han hecho mal, por qué está mal y exponerles las consecuencias y el tiempo que la van a tener.
Pero a la misma vez y sobre todas las cosas, señalarle las cosas que hacen bien, lo orgullosos que nos sentimos, verbalizar lo que los queremos, tirar siempre de lo positivo para que sea esto lo que se produzca con más probabilidad.
Recordad siempre que más les alimenta a los preadolescentes y adolescentes sentirse aceptado, apreciado, querido y estimado a través de verbalizaciones y contacto físico que todo lo material que les podáis proporcionar.

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