viernes, 1 de abril de 2016

MADRES SISTEMÁTICAS

En este mundo de extremos en el que nos ha tocado vivir, me encuentro con frecuencia con madres muy involucradas en su rol, intentando ser las madres perfectas en todos los aspectos de su maternidad y controlando cualquier aspecto de todo lo que esté relacionado con sus hijos...como si no hubiera un mañana!
Llevan a cabo de una forma exhaustiva y rígida la alimentación, la indumentaria, las actividades extraescolares, los deberes, el colegio, el amor por la naturaleza, por los animales, la educación emocional, la higiene dental, el valor del orden tras el juego, jugar con sus hijos tiradas en el suelo, hacer planes en familia, ayudar a sus vástagos a que consigan los objetivos evolutivos justamente cuando se considera que los deben conseguir, así abandonan los pañales antes de los 3 años y comen solos con 2 años y medio... Leen todos los libros de educación, de pedagogía, de psicología evolutiva y artículos que caen en sus manos para informarse de qué, cómo y cuándo en la crianza de sus hijos. 
Todo esto me parece estupendo y me quito el sombrero ante ellas, es más, me parece necesario porque los niños no vienen con un libro de instrucciones bajo el brazo y cualquier ayuda que podamos tener es poca.
....Pero....
A veces se nos olvida que cada niño tiene un ritmo y unos tiempos diferentes.
Se nos olvida que, dentro de unos límites, cada uno maduramos antes o un poco después y a veces les exigimos en algo para lo que aún, física o emocionalmente no están preparados.
Recuerdo que uno de mis hijos, puede que tuviera entonces 8 años y, cuando se duchaba solo, A VECES, pedía que el padre y yo lo secáramos...¿estaba preparado? por supuesto!, ¿sabía hacerlo? CLARO QUE SÍ!, ¿lo hacía cada día? SI, pero había días que emocionalmente nos necesitaba y nos reclamaba...¿por qué no íbamos a secarlo?. Algunas personas pensarían que podría ser "Una vuelta atrás"...Para nada! sólo estaremos cubriendo una necesidad de cariño...DE VEZ EN CUANDO!!!! y por supuesto, no tengo que decir que el día que no podía atenderlo sólo le tenía que decir que no podía, que "mañana", eso sí, "mañana lo hacía".
A veces, se nos olvida la naturalidad de la crianza, la flexibilidad y no la rigidez es el equilibrio que debemos encontrar, los extremos no son buenos para nada, tampoco para criar a nuestros hijos y ese equilibrio en cada uno de nuestros hijos no viene en ningún manual.

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