domingo, 1 de noviembre de 2015

VAMOS A HABLARLES DE LA MUERTE.

El tema de la muerte es un tabú tanto para los niños como para algunos adultos. Muchas veces acuden madres a consulta porque ha muerto el abuelito y no saben cómo decírselo a los niños con los que mantenía una relación muy estrecha.
El concepto de muerte va variando a lo largo de la evolución del niño y la principal característica es la estabilidad de la situación, es decir, un niño en edad pre-escolar puede creer que es una situación reversible, así que su abuelito puede volver en cualquier momento, mientras que un niño en edad escolar ya la concibe como algo permanente, eso sí, personificándola en forma de fantasma, esqueleto...
Sea como sea, una explicación a la temida pregunta de nuestros hijos, "mámá, tú cuándo te vas a morir?" puede ser "las personas se mueren cuando se les acaba la vida", es así de simple.
No podemos decirle, "cuando sea viejecita" "cuando tenga el pelo blanco"...cualquier contestación que le demos no será real...y a los niños no se les puede mentir. Imaginaros por un momento que nos sucede algo, los niños vivirían la separación con dolor pero además, se sentirían enfadados y defraudados por el engaño.
La vida está llena de momentos en los que los niños pueden sentir que no han sido sinceros con él. Un compañero de clase al que le ocurre algo, una noticia en la televisión sobre la muerte de alguien que ni es viejecito ni tiene el pelo blanco...podemos poner muchísimas situaciones en la que la explicación cae por su propio peso.
Lo que debemos tener claro los adultos es que si nosotros tenemos un problema con la muerte, queriendo o sin querer, vamos a transmitirselo a nuestros hijos. Ellos perciben nuestro inconsciente y se dan cuenta los temas que podemos afrontar y los que no, lo que no entienden es por qué no y en esa laguna de información, empiezan los temores.
La muerte es parte de la vida. Es una realidad con la que convivimos diariamente y saberla afrontar es fundamental, no ya tanto para nosotros, sino como para nuestros hijos por lo que podemos apoyarnos en las creencias que cada uno tenemos.
Personalmente, creo que sería una muy buena idea que este tema se incorporara en el currículo escolar de alguna manera y estoy segura que se evitarían dificultades de afrontamiento cuando estos niños fueran adultos y así dejaríamos de encontrarnos duelos patológicos en una gran proporción.

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