lunes, 8 de febrero de 2016

LOS TITIRITEROS

Ante los últimos acontecimientos producidos en Madrid, quiero hacer aquí una reflexión.
Un guiñol, no es otra cosa que un cuento con imágenes visuales. Los cuentos tienen poder educativo. Enseñan formas de comportarse y de resolver conflictos. Son, junto con el juego, elementos para poder entender la realidad, interiorizarla y sentirse parte de ella.
A partir de estas premisas, espero que a los niños que vieron este guiñol no les haya afectado, ya que entiendo que la exposición ha sido mínima y que no es lo mismo ver una obra completa de una manera relajada en la que la historia tiene un principio y un final, a que hayan visto algo que se ha cortado. De todas formas, todo dependerá del grado de sensibilidad de cada uno, porque realmente, pueden llegar a afectar gravemente al desarrollo intelectual y psicosocial de los menores.
En los cuentos, los personajes son o buenos o malos, no hay ambiguedades y son los buenos los que triunfan siempre. La función de este reparto de roles no es otra que transmitir a los pequeños la seguridad de que los buenos ganan siempre y que sus padres (que son parte de los buenos), los pueden proteger de todos, cubriendo así las Necesidades de Seguridad que tan importantes son en la escala de Necesidades para poder llegar a una autoestima y autorrealización que todos queremos para nuestros hijos.
Toda esta explicación debemos hacerla extensiva a películas y dibujos que ven los niños. Los padres debemos estar muy pendientes de lo que sale por la pantalla porque no todo es adecuado para ellos y es nuestra responsabilidad cuidarlos de determinadas historias.
No sé lo que está pasando en nuestra sociedad, pero sí sé que debemos tener claro que tenemos que dejar a los niños que vivan su infancia, independientemente de los conflictos adultos. 
Vamos a trabajar por ello.

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