lunes, 6 de octubre de 2014

SUPERPADRES Y SUPERMADRES


Hoy no voy a hablar de niños, me apetece más hablar de madres y padres porque yo también soy madre y necesito compartir estas sensaciones.
En esta vida que nos ha tocado vivir, nos hemos impuesto la obligación de ser los mejores en todo, como personas, como amigos, como padres, como profesionales...y en esta vorágine de actividades nos perdemos, porque la conciliación laboral y familiar es una utopía.
Ya lo dice la expresión "el que mucho abarca, poco aprieta", por lo que como seres limitados que somos, nos hacemos conscientes que si atendemos más unas actividades, tenemos que desatender otras y muchas veces lo que desatendemos es la educación de nuestros hijos.
Me encuentro cada día madres y padres que son muy dejados, pero también me encuentro a muchos que simplemente no llegan a más y se culpan por ello. Suelen ser madres y padres que ocupan muchas horas en el trabajo o que, al trabajar por turnos, no coinciden con los niños con la frecuencia que les gustaría.
Derivado de este sentimiento de culpa, nos encontramos con el problema real, la permisividad. "Pobrecito, para un rato que estoy con él, no le voy a reñir", es la frase que escucho contínuamente cuando vienen desesperados a consulta porque no saben cómo afrontar el mal comportamiento de sus hijos.
"Es que no sé si lo estoy haciendo bien o mal, no me quiero equivocar", otra frase que usan estos padres.
Pues bien, os aclaro. Somos personas y como tales, imperfectas. Es imposible que lo podamos hacer todo bien, lo que debemos tener es la voluntad de intentar hacerlo lo mejor posible, en nuestras manos está formarse, tanto en el ámbito profesional como en el personal y como padres. Ahora hay muchas ofertas de Escuelas de padres en las que podemos aprender herramientas para gestionar los conflictos y complicaciones que lleva implicita la crianza pero nunca, nunca, nunca, sentir culpabilidad porque no llegamos a todo lo que nos proponemos y a partir de ahí funcionar de una manera equivocada.
No nos vale gastar energías en preparar habitaciones preciosas, cumpleaños que son bodas, comuniones que se celebran de forma desproporcionada y a veces sin casi recursos económicos...todo es mucho más sencillo, los niños no necesitan despilfarro, necesitan padres y madres equilibrados, que les den cariño incondicional, que los apoyen, que no estén excesivamente estresados (y nos estresamos muchas veces por querer abarcar más de lo que podemos),  pero así estamos de perdidos...
No es tan complicado. Párate y mira. Date cuenta cuáles son las necesidades que percibes y ponles soluciones para llegar a objetivos concretos. Cuenta con la ayuda de profesionales y con respecto a tus hijos, dales más tiempos de calidad que cantidad.
Somos muchos sintiéndonos igual, la diferencia está en qué hacemos cada uno de nosotrospara solucionarlo.

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