miércoles, 5 de noviembre de 2014

NO ME QUIERO PERDER NADA DE LA VIDA DE MI HIJO...

Muchas veces escucho en la televisión y en mi vida particular una frase que me llama mucho la atención: "no me quiero perder nada de mi hijo".
Esta frase suele estar dicha por una madre en un contexto en el que acaba de tener un hijo y estoy segura que lo dice con toda la intencionalidad del mundo e incluso suele ser así...en los primeros años.
¿Por qué digo esto?, pues porque también me encuentro en la consulta a muchos padres y madres desesperados que traen a sus hijos adolescentes sin ningún tipo de patologías clínicas psicológicas pero cuya conducta deja mucho que desear, sobre todo, en el tema académico.
Tras valorar a estos niños y no encontrar nada clínicamente significativo, me centro, por un lado, en la modificación de conducta tal cual, por la que los padres deben hacer de co-terapeutas, a lo que se prestan de mil amores. Por otra parte, también les hago analizar cómo sus propias conductas influyen en la de sus hijos. Aquí empezamos a entrar en terrenos pedregosos. 
Dependiendo de los padres, unos están más abiertos que otros a modificar su propia conducta, cosa que considero muy normal, ya que "el modo automático" en el que vivimos hace que nos cueste mucho más que a un niño o un adolescente cambiar nuestro modo de vida.
Pero lo que más me sorprende es que hay madres/padres que cuando les digo que su hijo necesita más su presencia en casa, les causa mucha tristeza, pero no se replantean de qué manera pueden conciliar más sus obligaciones laborales con las propias de responsables de esos niños (teniendo la posibilidad de hacerlo, porque si no lo tienen, pues esto es lo que hay).
He tenido madres peluqueras (con trabajadores a su cargo), abogados, médicos...da igual, a lo largo de los años de crianza de sus hijos han ido olvidando esa declaración que hicieron cuando estos nacieron  "no me quiero perder nada de mi hijo"y han ido priorizando otros objetivos.
Es una pena que pretendamos que nuestros niños cambien sus conductas y no ser capaces de cambiarlas nosotros mismos y es una pena que nos perdamos tantas cosas de nuestros hijos, cosas que no volverán.

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