miércoles, 3 de septiembre de 2014

EL NEGATIVISMO DESAFIANTE

En torno a los tres años, o un poquito antes, los niños viven un periodo evolutivo llamado NEGATIVISMO DESAFIANTE.
Este periodo se caracteriza por negar para desafiar, como su propio nombre indica, presentando conductas verbales como "no", "no quiero" y físicas como el berrinche.
A veces, las madres piden cita para verme porque este tipo de comportamientos se hacen muy cuesta arriba, no saben qué puede estar pasando y al no saber cómo gestionarlo, pierden la paciencia con frecuencia, ya que a lo largo del día conlleva un gran desgaste emocional para estos padres y madres.
Como todo en esta vida, la frecuencia y la intensidad con la que la pueden presentar los niños es muy variada, ya que depende en gran parte de la personalidad de cada uno. Personalmente, cuando les explico que es sólo una etapa evolutiva que deben vivir, les comento que para mí es como una primera adolescencia, al igual que esta, todas las personas vivimos esta etapa, en unos se nota más y en otros se nota menos, pero tanto la adolescencia como el negativismo desafiante se tienen que experimentar.
De la misma manera, al igual que la adolescencia, hay que trabajarla, quiero decir con esto, que si yo me encuentro con un adolescente que quiere saltarse las normas o que está más rebelde de la cuenta, mi obligación será ponerle los límites adecuados y no porque sea una etapa evolutiva la voy a dejar pasar de una forma pasiva, ya que me traerá consecuencias muy negativas en la crianza a esta edad.
Es complicado poner límites cuando a un niño de tres años le decimos, "Luís, vamos a la ducha" y el niño dice "no", "Luis, venga cariño, que hay que ducharse", "NO", y después de un buen número de veces que le hemos repetido al niño lo que tenemos que hacer y otro buen número nuestro hijo se ha cerrado en banda, lo cogemos y lo metemos en la ducha, entre brazos que se mueven, cuerpos que se dejan caer, mocos, lágrimas, babas, miedo a que se caiga, a que se resbale y poco a poco el niño se relaja y disfruta de su ducha, para que cuando le digamos "muy bien Luís, te voy a sacar que ya hay que secarse" y el niño dice "NO", "venga hijo que te vas a enfriar", "NO"....y vuelta a empezar...
¿Qué podemos hacer en estos casos? pues símplemente no atender la conducta, como comenté en otro post ("LA ATENCIÓN ES LA GASOLINA DE LA CONDUCTA").
Explico a las madres que debemos funcionar como un autómata, necesitamos estar ahí porque debemos atender físicamente a nuestros niños y no podemos desenroscarnos los brazos para hacerlo (a veces entran ganas), pero debemos evitar con toda la intencionalidad del mundo, el mirarlos a la cara, el hablarles (no sirve de nada, sólo sirve para que se pongan peor), el reñirles, el hacerlos entrar en razón, porque todo esto será inútil y alargará el berrinche.
Una vez que terminemos de atenderlo físicamente, debemos "desaparecer" de la escena (siempre cuidando de su seguridad, claro!) y no lo atenderemos más, ya se le pasará.
¿Es dificil?, me podeis preguntar...pues un poco complicado sí que es (yo también lo he pasado como madre cuatro veces), hay que armarse de paciencia, pero cuando sabemos que estamos funcionando de una manera adecuada, transmitimos esta seguridad a nuestros hijos y a nosotros nos da la fuerza suficiente para mantenernos en el camino correcto.
Espero que os sirva!

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