viernes, 5 de septiembre de 2014

...PERO MI HIJO ES FELIZ...

..."Pero mi hijo es feliz"... este es el motivo-excusa que algunas madres usan para justificar que no están tratando, educando, atendiendo, trabajando a sus hijos de una manera adecuada, siendo conscientes que lo que están haciendo con ellos no es lo recomendable.     
Un ejemplo de lo que digo puede ser cuando les dan todos los caprichos. Me viene a la cabeza una madre en concreto (pero me he encontrado a muchas con el mismo patrón) que me decía: "Sonia, es que cuando pasamos por tal tienda, después de salir de la guarde, el niño QUIERE entrar y que le compre una chuche o un juguetito, así que TENGO que entrar y comprárselo", a lo que yo le respondía "¿TIENES que entrar?" y la madre me contestaba "SI, porque a mi no me cuesta trabajo hacerlo y mi hijo es felíz".
Como madre, la entiendo perfectamente, todo nos parece poco para ellos y muchas veces es sencillo hacer lo que nos piden.
Pero como psicóloga no me quedo en ese punto superficial de la satisfacción inmediata sino que profundizo mucho más. 
Un niño al que se le da TODO lo que QUIERE, se acostumbra a pedir lo primero que se le pasa por la cabeza, no tiene un deseo real, solo es una apetencia pasajera y en el momento que pida algo que no está en nuestras manos dárselo (que suele ocurrir, nada más con que nuestro hijo vaya creciendo y vaya antojándosele cosas de otras edades),  se frustrará de tal manera que todo lo que hayamos hecho "para que nuestro hijo sea feliz" no habrá servido para nada, ya que a lo largo de la vida de cada uno de nosotros tendremos episodios frustrantes que no sabremos manejar porque nuestros padres no nos han permitido, a través de su sobreprotección, desarrollar herramientas para superar esa frustración.
Así de fácil es darle la vuelta a la situación, madres y padres que se han esforzado en que sus hijos sean felices a través de cumplir sus mínimos deseos, los convierten en adolescentes y adultos con una gran necesidad de placer inmediato y sin estrategias para superar los embistes de la vida.
Como ya decía Pitágoras: "Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida" y yo añado, con el alma templada, serán capaces de poder llegar a ser felices, independientemente de sus circunstancias.

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